Mariano López Montes
Estas sencillas notas van dedicadas a Jose Manuel Muñoz ese hombre de rito serio, traje enlutado y corbata negra, que cada año esboza una comedida sonrisa cuando la melodía de su clarinete acompaña al fagot y al oboe en aquellas cofradías que la gente considera como muy serias y de reconocido silencio y compostura.
Sí, porque querido amigo, hoy te ha tocado vivir y no escenificar la muerte real, la muerte en primera persona, terrible y descarnada de una persona joven que siempre te ha acompañado en el camino, dejando un corazón vacio, sin notas musicales ni melodías barrocas que amortigüen el dolor de la perdida de esa mujer amada, como aquellos románticos de antaño.
“Temprano levanto la muerte el vuelo, temprano madrugo la madrugada” cómo definiría la muerte del amigo Miguel Hernandez; qué tristeza y desarraigo produce la muerte de una persona joven y llena de vida como Margarita, que ilusión y esperanza en sus ojos inquietos, en su sonrisa sin límites y que pasión por luchar y seguir viviendo, aunque la procesión fuera por dentro en forma de esa enfermedad que nos va carcomiendo poco a poco y que casi nunca deja retraso en la Campana.
Tener la inmensa suerte de conoceros, y a Margarita en particular era un referente de valentía y ganas de vivir, de luchar contra los gigantes quijotescos de esa enfermedad que te perseguía desde hace años, y que tu y solo tu recreabas con la ilusión la alegría y la esperanza disipando aquellos antiguos nubarrones y a veces achaques que también se cebaban poco a poco en tu persona. Tu vitalidad espíritu de lucha y personalidad eran el secreto de esa juventud que jamás parecía abandonarte. Como dijera Lope de Vega en sus soledades “que un hombre que todo es alma esta cautivo en su cuerpo”.
Hermana de tradición familiar de su Hermandad de Santa Cruz y de aquella Esperanza que siempre como tú eligió para vivir en la otra orilla del rio.
Pasaran los años y tu Jose Manuel te seguirás poniendo ese terno negro sin galones, entorchados y pasamanerías, para regalar al aire de Sevilla muy cerca de El, esas tenues melodías junto al afinado oboe de Escalante, y este su Cristo el de Las Misericordias seguirá clavando sus dulces ojos en esos cielos eternos entre el olor de incienso y azahar de Mateos Gago, Alcazaba y Alianza y Margarita desde el recuerdo y el cariño seguirá formando parte de su Eterna Cofradía.
Y un año más, cerca de San Vicente ante Jesus de Las Penas, y en San Pedro cerca del Cristo Muerto de Burgos, desde tu instrumento, el viento se transformara en notas de amor y oración para aquella que siempre fue tu compañera en la vida, y de nuevo un Sábado Santo cuando acompañes a esa Canina tan temida, te darás cuenta que aquí en esta nuestra Sevilla , “Nunca la muerte es el final, porque esos nuestros Cristos a los que tu acompañas año tras año nos siguen diciendo una y otra vez, “Hoy estarás conmigo en El Paraíso”.
Más info en: artesacro.org
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