Lectura del santo Evangelio según San Mateo.
En aquel tiempo, al ver Jesús el gentío, subió a la montaña, se sentó, y se acercaron sus discípulos; y él se puso a hablar enseñándolos: ,
Dichosos los pobres en el espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos.
Dichosos los sufridos, porque ellos heredarán la Tierra.
Dichosos los que lloran, porque ellos serán consolados.
Dichosos los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos quedarán saciados.
Dichosos los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia.
Dichosos los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios.
Dichosos los que trabajan por la paz, porque ellos se llamarán los Hijos de Dios».
Dichosos los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los cielos.
Dichosos vosotros cuando os insulten y os persigan, y os calumnien de cualquier modo por mi causa. Estad alegres y contentos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo. (Mt. 5, 1-12a)
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El sermón de las bienaventuranzas es el modelo común en que se inspiran todos los santos. Insiste en la pobreza y la pureza que nacen en el corazón y en el espíritu, en la profundidad y totalidad de la persona. La palabra fundamental es bienaventurado. Para definir la felicidad hay 27 términos hebreos, y el griego del Nuevo Testamento utiliza tres familias semánticas. Sin embargo, la alegría del santo es paradójica, no cabe en tal variedad de palabras; florece en la pobreza, el sufrimiento, el insulto, la persecución… No nace de poseer y triunfar, sino de dar, servir y amar.
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