Martes 17 de marzo de 2015. IV semana de Cuaresma

Lectura del santo Evangelio según San Juan

 

En aquel tiempo, se celebraba una fiesta de los judíos, y Jesús subió a Jerusalén.

Hay en Jerusalén, junto a la puerta de las ovejas, una piscina que llaman en hebreo Betesda. Esta tiene cinco soportales, y allí estaban echados muchos enfermos, ciegos, cojos, paralíticos que aguardaban el movimiento del agua.

Estaba también allí un hombre que llevaba treinta y ocho años enfermo.

Jesús, al verlo echado, y sabiendo que ya llevaba mucho tiempo, le dice:

– «¿Quieres quedar sano?»

El enfermo le contestó:

– «Señor no tengo a nadie que me meta en la piscina cuando se remueve el agua; para cuando llego yo, otro se me ha adelantado.»

Jesús le dice:

– «Levántate, toma tu camilla y echa a andar.»

Y al momento el hombre quedó sano, tomó su camilla y echó a andar.

Aquel día era sábado, y los judíos dijeron al hombre que había quedado sano:

– «Hoy es sábado, y no se puede llevar la camilla.»

Él les contestó:

– «El que me ha curado es quien me ha dicho: Toma camilla y echa a andar.»

Ellos le preguntaron:

– «¿Quién es el que te ha dicho que tomes la camilla y eches a andar?»

Pero el que había quedado sano no sabía quién era, porque Jesús, aprovechando el barullo de aquel sitio, se había alejado.

Más tarde lo encuentra Jesús en el templo y le dice:

–«Mira, has quedado sano; no peques más, no sea que te ocurra algo peor.»

Se marchó aquel hombre y dijo a los judíos que era Jesús quien lo había sanado.

Por esto los judíos acosaban a Jesús, porque hacía tales cosas en sábado. (Jn. 5, 1.3. 5-16)

 

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El profeta vio el agua que salía por debajo de la puerta del templo del Señor. Aquella agua llevaba vida a dondequiera que llevaba la corriente. El evangelio de este día nos ilumina para que veamos en Jesús de Nazaret el templo de donde sale el río de la vida. Escucha la voz del profeta: “sedientos, acudid por agua”. Escucha la palabra del salmista: “El correr de las acequias alegra la ciudad de Dios” escucha la palabra de Jesús: “El que tenga sed, que venga a mi y beba”. Hoy el Señor te conduce a fuentes tranquilas: acércate a Cristo, cree y vive.

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