Lectura del santo Evangelio según San Marcos
En aquel tiempo, mandaron a Jesús unos fariseos y partidarios de Herodes, para cazarlo con una pregunta.
Se acercaron y le dijeron:
–Maestro, sabemos que eres sincero y que no te importa de nadie; porque no te fijas en apariencias, sino que enseñas el camino de Dios sinceramente. ¿Es lícito pagar impuesto al César o no? ¿Pagamos o no pagamos?
Jesús, viendo su hipocresía, les replicó:
–¿Por qué intentáis cogerme? Traedme un denario, que lo vea.
Se lo trajeron.
Y él les preguntó:
–¿De quién es esta cara y esta inscripción?
Le contestaron:
–Del César.
Les replicó:
–Lo que es del César pagádselo al César, y lo que es de Dios a Dios.
Se quedaron admirados. (Mc. 12, 13-17)
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Las monedas, porque son del César, llevan su imagen y su inscripción. Y al César, porque usas sus monedas, habrás de pagar también el tributo que reclaman de ti. Ahora, si en vez de preguntarte por la imagen que hay en la moneda, Jesús te hubiese preguntado de quien es la imagen y la inscripción que llevas en ti mismo, tú iluminado por la fe, le habrías dicho: “de Dios”, pues a su imagen y semejanza Él te creó y te encomendó el universo entero, para que dominases todo lo creado, y sólo a Él dieses el tributo de tu humilde servicio. “De Dios” eres la imagen: “alza la frente con dignidad”. “De Dios” eres tú: “Ama a tu Señor, ama de corazón sus mandatos”, ámalo con todo tu ser.
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