Martes 21 de febrero de 2012. 7ª semana del Tiempo Ordinario.

Lectura del santo evangelio según san Mateo

En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos se marcharon del monte y atravesaron Galilea; no quería que nadie se enterase, porque iba instruyendo a sus discípulos.
Les decía:
–«El Hijo del Hombre va a ser entregado en manos de los hombres, y lo matarán; y después de muerto, a los tres días resucitará.»
Pero no entendían aquello, y les daba miedo preguntarle.
Llegaron a Cafarnaún, y una vez en casa, les preguntó:
–« ¿De qué discutíais por el camino? »
Ellos no contestaron, pues por el camino habían discutido quién era el más importante.
Jesús se sentó, llamó a los Doce y les dijo:
–«Quien quiera ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos.»
Y acercando a un niño, lo puso en medio de ellos, lo abrazó y les dijo:
–«El que acoge a un niño como éste en mi nombre, me acoge a mí; y el que me acoge a mí, no me acoge a mí, sino al que me ha enviado.» (Mt. 9, 30-37)

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Estamos en el segundo anuncio de la Pasión hecho por Jesús, de los tres que recoge el evangelista Marcos. Progresivamente dice que primero será entregado, luego lo matarán y a los tres días resucitará. La Pasión y Muerte siempre incluye la Resurrección. Pero, aún siendo importante la noticia, el evangelio de hoy se fija,  además, en el tema de discusión de los discípulos: quién es el más importante. La catequesis de Jesús al respecto no se hace esperar: “el que quiera ser el primero que sea el último y el servidor de todos”. Y para remachar la idea: “el que acoge a un niño (es decir, al menos valorado en aquella sociedad) en mi nombre, me acoge a mi… y al que me ha enviado”. Queda muy claro.

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