Martes 27 de septiembre de 2011. San Vicente de Paúl, presbítero

Lectura del santo evangelio según san Lucas

Cuando se iba cumpliendo el tiempo de ser llevado al cielo, Jesús tomó la decisión de ir a Jerusalén. Y envió mensajeros por delante.

De camino entraron en una aldea de Samaria para prepararle alojamiento. Pero no lo recibieron, porque se dirigía a Jerusalén.

Al ver esto, Santiago y Juan, discípulos suyos, le preguntaron:

–“Señor, ¿quieres que mandemos bajar fuego del cielo y acabe con ellos?”

El se volvió  y les regañó, y dijo:

–«No sabéis de qué espíritu sois. Porque el Hijo del Hombre no ha venido a perder a los hombres, sino a salvarlos. »

Y se marcharon a otra aldea. (Lc. 9, 51-56)

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Formidables los Zebedeos, a los que Jesús llamaba “hijos del trueno”, dispuestos a arrasar una aldea porque no les han dado posada. Y nueva bronca de Jesús, porque aún no se han enterado de nada. Más tarde le pedirán a Jesús poltronas ministeriales en su reino. Hijos del trueno, duros de mollera, incorregibles… pues no, eso no. Se convertirá, acabarán aceptando la oferta de Jesús: “¿Podéis beber mi cáliz?” Y dirán que sí, y lo beberán. Preciosa historia de la conversión de Juan y Santiago, y de la paciencia de Jesús.

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