Martes 3 de marzo de 2015. II semana de Cuaresma. (Primer día de Quinario)

Lectura del santo evangelio según san Mateo

 

En aquel tiempo, Jesús habló a la gente y a sus discípulos, diciendo:

– «En la cátedra de Moisés se han sentado los escribas y los fariseos: haced y cumplid lo que os digan; pero no hagáis lo que ellos hacen, porque ellos no hacen lo que dicen.

Ellos lían fardos pesados e insoportables y se los cargan a la gente en los hombros, pero ellos no están dispuestos a mover un dedo para empujar.

Todo lo que hacen es para que los vea la gente: alargan las filacterias y ensanchan las franjas del manto; les gustan los primeros puestos en los banquetes y los asientos de honor en las sinagogas; que les hagan reverencias por la calle y que la gente los llame maestros.

Vosotros, en cambio, no os dejéis llamar maestro, porque uno solo es vuestro maestro, y todos vosotros sois hermanos.

Y no llaméis padre vuestro a nadie en la tierra, porque uno solo es vuestro Padre, el del cielo.

No os dejéis llamar consejeros, porque uno solo es vuestro consejero, Cristo.

El primero entre vosotros será vuestro servidor.

El que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido.» (Mt. 23, 1-12)

 

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“Aprender a obrar el bien”: Buen lema para la liturgia y la vida, si la liturgia ilumina la vida, y la vida hace auténtica la liturgia. Aprenderemos a obrar bien si nos dejamos guiar por la justicia, y el pobre se nos hace criterio primero y principal de discernimiento para nuestras opciones. Aprenderemos a obrar bien si ponemos delante de los ojos y guardamos en el corazón los mandatos del Señor que habíamos echado a la espalda. Aprenderemos a obrar bien si nos reconocemos hijos del Padre del cielo, siervos de Cristo y de los hermanos.

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