Martes 31 de julio de 2012. San Ignacio de Loyola, presbítero.

Lectura del santo evangelio según san Mateo

En aquel tiempo, Jesús dejó a la gente y se fue a casa. Los discípulos se le acercaron a decirle:

–«Acláranos la parábola de la cizaña en el campo».

El les contestó:

–«El que siembra la buena semilla es el Hijo del Hombre; el campo es el mundo; la buena semilla son los ciudadanos del Reino; la cizaña son los partidarios del Maligno; el enemigo que la siembra es el diablo; la cosecha es el fin del tiempo, y los segadores los ángeles.

Lo mismo que se arranca la cizaña y se quema, así será al fin del tiempo: el Hijo del Hombre enviará a sus ángeles, y arrancarán de su Reino a todos los corruptores y malvados y los arrojarán al horno encendido; allí será el llanto y el rechinar de dientes. Entonces los justos brillarán como el sol en el Reino de su Padre. El que tenga oídos, que oiga.» (Mt. 13, 36-43)

 

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La cuarta parábola a la que se refiere el discurso parabólico es la explicación del relato del trigo y la cizaña. Al explicarla, Jesús nos dice que la historia del mundo está en manos de Dios. Él realizará su proyecto a pesar de todos los obstáculos que el maligno le pueda presentar. Jesús no quiere que nos atemoricemos ante las estratagemas de enemigo. El mal y su reinado no tienen futuro. Quienes dejan crecer en sí mismos la buena semilla del Reino “brillarán como el sol en el reino de su Padre”.

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