Martes 5 de enero de 2016. Martes II semana de Navidad. Misa vespertina de la Solemnidad de la Epifanía del Señor

Lectura del santo Evangelio según San Mateo

 

« Jesús nació en Belén de Judea en tiempos del rey Herodes.

      Entonces, unos magos de Oriente se presentaron en Jerusalén preguntando:

      –«¿Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido? Porque hemos visto salir su estrella y venimos a adorarlo.»

      Al enterarse el rey Herodes, se sobresaltó, y todo Jerusalén con él; convocó a los sumos sacerdotes y a los escribas del país, y les pregun­tó dónde tenía que nacer el Mesías.

      Ellos le contestaron:

      –«En Belén de Judea, porque así lo ha escrito el profeta:

      «Y tú, Belén, tierra de Judea, no eres ni mucho menos la última de las ciudades de Judea, pues de ti saldrá un jefe que será el pastor de mi pueblo Israel.»»

      Entonces Herodes llamó en secreto a los magos para que le precisaran el tiempo en que había aparecido la estrella, y los mandó a Be­lén, diciéndoles:

      –«Id y averiguad cuidadosamente qué hay del niño y, cuando lo encontréis, avisadme, para ir yo también a adorarlo.»

      Ellos, después de oír al rey, se pusieron en camino, y de pronto la estrella que habían visto salir comenzó a guiarlos hasta que vino a pararse encima de donde estaba el niño.

      Al ver la estrella, se llenaron de inmensa alegría. Entraron en la casa, vieron al niño con María, su madre, y cayendo de rodillas lo adoraron; después, abriendo sus cofres, le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra.

      Y habiendo recibido en sueños un oráculo, para que no volvieran a Herodes, se marcharon a su tierra por otro camino.» (Mt. 2, 1-12)

 

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Un grupo de extranjeros avanza en busca de una meta. Vienen de tierras lejanas. Les guía el gran signo de la Palabra divina presente en la revelación bíblica, y la estrella, símbolo de la voz misteriosa de Dios escondida en la creación. La meta es la manifestación (epifanía) divina: un niño al que adorar porque es el Hijo de Dios. Este relato sintetiza nuestro acceso a la fe y nuestra conversión. Formamos parte de quienes vienen de oriente y occidente y se sientan al banquete del Reino. Y somos invitados a caminar a la luz del Señor.

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