Sábado 17 de septiembre de 2016. XXIV semana del Tiempo Ordinario. Tercer día del Triduo de Ntra. Sra. de los Dolores

Lectura del santo Evangelio según San Lucas

 

En aquel tiempo, se le juntaba a Jesús mucha gente y, al pasar por los pueblos, otros se iban añadiendo.

Entonces les dijo esta parábola:

–Salió el sembrador a sembrar su semilla.

Al sembrarla, algo cayó al borde del camino, lo pisaron, y los pájaros se lo comieron.

Otro poco cayó en terreno pedregoso, y, al crecer, se secó por falta de humedad.

Otro poco cayó entre zarzas, y las zarzas, creciendo al mismo tiempo, lo ahogaron.

El resto cayó en tierra buena, y, al crecer, dio fruto al ciento por uno.

Dicho esto, exclamó:

–El que tenga oídos para oír, que oiga.

Entonces le preguntaron los discípulos:

–¿Qué significa esa parábola?

El les respondió:

–A vosotros se os ha concedido conocer los secretos del Reino de Dios; a los demás, sólo en parábolas, para que viendo no vean y oyendo no entiendan.

El sentido de la parábola es éste:

La semilla es la Palabra de Dios.

Los del borde del camino son los que escuchan, pero luego viene el diablo y se lleva la Palabra de sus corazones, para que no crean y se salven.

Los del terreno pedregoso son los que, al escucharla, reciben la Palabra con alegría, pero no tienen raíz; son los que por algún tiempo creen, pero en el momento de la prueba fallan.

Lo que cayó entre zarzas son los que escuchan, pero con los afanes y riquezas y placeres de la vida, se van ahogando y no maduran.

Lo de la tierra buena son los que con un corazón noble y generoso escuchan la Palabra, la guardan y dan fruto perseverando. (Lc. 8, 4-15)

 

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El discurso de las parábolas comienza siempre con la parábola del sembrador. Es un texto que se estructura en dos momentos. Jesús explica el porqué de su hablar en parábolas y, acto seguido, comenta la parábola como tal. En la versión de Lucas, en primer plano no está el sembrador, sino la semilla (la palabra de Dios) y los terrenos donde cae (los modos de la acogida humana). Se impone y propone un examen de conciencia: ¿Estamos distraídos como el que pasa por la calle, somos áridos como las piedras, nos sofocan los placeres y las cosas? ¿Somos quizá tierra fértil?

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