Lectura del santo Evangelio según San Lucas
En aquel tiempo, cuando Jesús terminó de hablar, un fariseo lo invitó a comer a su casa.
El entró y se puso a la mesa.
Como el fariseo se sorprendió al ver que no se lavaba las manos antes de comer, el Señor le dijo:
–Vosotros, los fariseos, limpiáis por fuera la copa y el plato, mientras por dentro rebosáis de robos y maldades.
¡Necios! El que hizo lo de fuera, ¿no hizo también lo de dentro?
Dad limosna de lo de dentro, y lo tendréis limpio todo. (Lc. 11, 37-41)
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La primera comida en el evangelio de Juan es una boda campesina. La de los sinópticos, en casa de publicanos, gente de mala fama. Hay varias en casas de fariseos… y todas acaban mal. En una, la pureza de la casa se ve manchada por una mujer de mala fama, y Jesús la prefiere a su santo anfitrión. Ahora escandaliza al fariseo y no se retracta, sino que le interpela, casi diríamos que con dureza. Disfrutamos al contemplar a Jesús, veraz, que mira al corazón, que no se arruga ante nadie.
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