Martes 15 de noviembre de 2011. 33ª semana del Tiempo Ordinario

Lectura del santo Evangelio según San Lucas

 

En aquel tiempo, entró Jesús en Jericó y atravesaba la ciudad.

Un hombre llamado Zaqueo, jefe de publicanos y rico, trataba de distinguir quién era Jesús, pero la gente se lo impedía, porque era bajo de estatura. Corrió más adelante y se subió a una higuera, para verlo, porque tenía que pasar por allí.

Jesús, al llegar a aquel sitio, levantó los ojos y dijo:

–Zaqueo, baja en seguida, porque hoy tengo que alojarme en tu casa.

El bajó en seguida, y lo recibió muy contento.

Al ver esto, todos murmuraban diciendo:

–Ha entrado a hospedarse en casa de un pecador.

Pero Zaqueo se puso en pie, y dijo al Señor:

–Mira, la mitad de mis bienes, Señor, se la doy a los pobres; y si de alguno me he aprovechado, le restituiré cuatro veces más.

Jesús le contestó:

–Hoy ha sido la salvación de esta casa; también éste es hijo de Abrahán.

Porque el Hijo del Hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido. (Lc. 19, 1-10)

 

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¿Le habrían preparado a Jesús alojamiento en casa de un fariseo importante o un doctor prestigioso? Una vez más Jesús rompiendo esquemas y escandalizando: “ha entrado a hospedarse en casa de un pecador”. No importa; ese pecador necesita curación; si el precio es el escándalo, a Jesús no le importará. Y, una vez más, la iniciativa es de Jesús. Zaqueo no ha hecho más que curiosear, pero Jesús se aprovecha de esa mínima oportunidad. La conversión no es condición previa, sino consecuencia, gozosa consecuencia, de la presencia y la amistad de Jesús.

 

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