Lectura del santo evangelio según san Mateo
En aquel tiempo, Jesús habló a la gente y a sus discípulos, diciendo:
– «En la cátedra de Moisés se han sentado los escribas y los fariseos: haced y cumplid lo que os digan; pero no hagáis lo que ellos hacen, porque ellos no hacen lo que dicen.
Ellos lían fardos pesados e insoportables y se los cargan a la gente en los hombros, pero ellos no están dispuestos a mover un dedo para empujar.
Todo lo que hacen es para que los vea la gente: alargan las filacterias y ensanchan las franjas del manto; les gustan los primeros puestos en los banquetes y los asientos de honor en las sinagogas; que les hagan reverencias por la calle y que la gente los llame maestros.
Vosotros, en cambio, no os dejéis llamar maestro, porque uno solo es vuestro maestro, y todos vosotros sois hermanos.
Y no llaméis padre vuestro a nadie en la tierra, porque uno solo es vuestro Padre, el del cielo.
No os dejéis llamar consejeros, porque uno solo es vuestro consejero, Cristo.
El primero entre vosotros será vuestro servidor.
El que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido.» (Mt. 23, 1-12)
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No os dejéis llamar maestros, ni padres, ni consejeros…, no andéis poniéndoos títulos ni recibiendo alabanzas, no os creáis más que nadie, no os sentéis en la cátedra de Moisés, que no os importe en ser considerado como los primeros, los importantes. Los importantes son los que más y mejor sirven a todos, esos son importantes porque construyen el Reino, inadvertidos quizá, sencillos siempre, conscientes de que han recibido mucho, agradecidos por poder servir, recelosos de la alabanza, del espectáculo, de ser tenidos por importantes.
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