Lectura del santo Evangelio según San Juan
Se celebraba en Jerusalén la fiesta de la Dedicación del templo. Era invierno, y Jesús se paseaba en el templo por el pórtico de Salomón. Los judíos, rodeándolo, le preguntaban:
– «¿Hasta cuándo nos vas a tener en suspenso? Si tú eres el Mesías, dínoslo francamente.»
Jesús les respondió:
– «Os lo he dicho, y no creéis; las obras que yo hago en nombre de mi Padre, ésas dan testimonio de mi. Pero vosotros no creéis, porque no sois ovejas mías. Mis ovejas escuchan mi voz, y yo las conozco, y ellas me siguen, y yo les doy la vida eterna; no perecerán para siempre, y nadie las arrebatará de mi mano. Mi Padre, que me las ha dado, supera a todos, y nadie puede arrebatarlas de la mano de mi Padre. Yo y el Padre somos uno.» (Jn. 10, 22-30)
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Sí, Jesús es el Mesías, pero no siguiendo el molde imaginario de los judíos No cabe duda alguna, es el Mesías, sus obras hablan por sí solas y lo “demuestran claramente” Pero de nada sirve saberlo si Cristo no es seguido: No todo el que sabe de Cristo es de sus ovejas; conocer a Cristo y seguirlo son sólo dos momentos de un mismo acto, de una misma opción.
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