Lectura del santo Evangelio según San Juan.
En aquel tiempo, había una boda en Caná de Galilea, y la madre de Jesús estaba allí. Jesús y sus discípulos estaban también invitados a la boda.
Faltó el vino, y la madre de Jesús les dijo:
–«No les queda vino.»
Jesús le contestó:
–«Mujer, déjame, todavía no ha llegado mi hora».
Su madre dijo a los sirvientes:
-«Haced lo que él diga».
Había allí colocadas seis tinajas de piedra, para las purificaciones de los judíos, de unos cien litros cada una. Jesús les dijo:
-«Llenad las tinajas de agua».
Y las llenaron hasta arriba. Entonces les mandó:
«Sacad ahora y llévenselo al mayordomo».
Ellos se lo llevaron. El mayordomo probó el agua convertida en vino sin saber de dónde venía (los sirvientes sí lo sabían, pues habían sacado el agua); y entonces llamó al novio y le dijo:
-«Todo el mundo pone primero el vino bueno, y cuando ya están bebidos, el peor; tú en cambio, has guardado el vino bueno hasta ahora».
Así, en Caná de Galilea Jesús comenzó sus signos, manifestó su gloria y creció la fe de sus discípulos en él.”. (Jn. 2, 1-11)
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En el año 1858 se apareció la Virgen María en la gruta de Massabielle, a orillas del Gave, cerca de Lourdes, a Bernardita Soubirous. El mensaje de la Virgen es que allí se edifique un santuario, para orar y hacer penitencia por la conversión de los pecadores.
El signo sacramental es la conversión del agua en vino. Nuestro signo eucarístico es nuestra conversión a todas las realidades de la vida, para potenciarlas y transformarlas; así la “hora” de Cristo será una realidad plena de salvación y de gracia.
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