Martes 17 de abril de 2012. 2ª semana de Pascua

Lectura del santo evangelio según san Juan

En aquel tiempo, dijo Jesús a Nicodemo:

– «Te lo aseguro, tenéis que nacer de nuevo; el viento sopla donde quiere y oyes su ruido, pero no sabes de dónde viene ni a dónde va. Así es todo el que ha nacido del Espíritu.

Nicodemo le preguntó:

– ¿Cómo puede suceder eso?

Le contestó Jesús:

–«Y tú, el maestro de Israel, ¿no lo entiendes? Te lo aseguro, de lo que sabemos hablamos; de lo que hemos visto damos testimonio, y no aceptáis nuestro testimonio. Si no creéis cuando os hablo de la tierra, ¿cómo creeréis cuando os hable del cielo? Porque nadie ha subido al cielo, sino el que bajó del cielo, el Hijo del hombre.

Lo mismo que Moisés elevó la serpiente en el desierto, así tiene que ser elevado el Hijo del hombre, para que todo el que cree en él tenga vida eterna.». (Jn. 3, 5ª. 7b-15)

 

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No se trata de una adivinanza: subir al cielo el que ha bajado del cielo. Jesús se está describiendo a sí mismo porque ha bajado del cielo, enviado por el Padre en el amor del Espíritu, y volverá arriba, al cielo, por la fuerza del Padre y el viento del Espíritu. Jesús conoce el cielo de donde viene, y conoce la tierra, adonde ha venido. Jesús da testimonio, del cielo y de la tierra, sabiendo que no todos lo van a aceptar, pero su venida es un encuentro del cielo con la tierra, de Dios con el ser humano. Un encuentro que nos abre las puertas del cielo definitivamente.

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