Martes 18 de octubre de 2011. San Lucas Evangelista

Lectura del santo Evangelio según San Lucas

 

En aquel tiempo, designó el Señor otros setenta y dos y los mandó por delante, de dos en dos, a todos los pueblos y lugares adonde pensaba ir él. Y les decía:

–«La mies es abundante y los obreros pocos; rogad, pues, al dueño de la mies que mande obreros a su mies.

¡Poneos en camino! Mirad que os mando como corderos en medio de lobos. No llevéis talega, ni alforja, ni sandalias; y no os detengáis a saludar a nadie por el camino.

Cuando entréis en una casa, decid primero: «Paz a esta casa». Y si allí hay gente de paz, descansará sobre ellos vuestra paz; si no, volverá a vosotros.

Quedaos en la misma casa, comed y bebed de lo que tengan, porque el obrero merece su salario.

No andéis cambiando de casa. Si entráis en un pueblo y os reciben bien, comed lo que os pongan, curad a los enfermos que haya, y decid: «Está cerca de vosotros el reino de Dios.»» (Lc. 10, 1-9)

 

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Los enviados por Jesús no son “los doce”, son muchos más. Es un momento impresionante: Jesús necesita ayuda, necesita otros que le anuncien, es decir, está naciendo la Iglesia. Lo que define más íntimamente a la Iglesia es que somos un grupo de personas que hemos aceptado la misión que Jesús nos da: anunciarle. Creer en Jesús no es suficiente. Creer en Jesús lleva a cumplir la misión, la que Él nos da, la misma que Él tenía: que todos conozcan al Padre, que todos puedan vivir como hijos.

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