Lectura del santo Evangelio según San Lucas
En aquel tiempo, María dijo:
–«Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mi:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia
– como lo había prometido a nuestros padres
en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.»
María se quedó con Isabel unos tres meses y después volvió a su casa. (Lc. 1, 46-56)
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La estéril ha dado a luz; la virgen está en cinta, y Dios, que llenó de vida los vientres infecundos, ha llenado de asombro y alegría los corazones de los humildes. Es como si la vida, el asombro y la alegría lo hubiesen llenado todo, no sólo el propio ser, sino todo el universo. En realidad, es Dios quien lo ha llenado, y es Dios a quien se vuelve todo el ser en un canto de alabanza; “Mi corazón se regocija por el Señor”, “proclama mi alma ka grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios mi salvador”.
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