Lectura del santo evangelio según san Lucas
Cuando se iba cumpliendo el tiempo de ser llevado al cielo, Jesús tomó la decisión de ir a Jerusalén. Y envió mensajeros por delante.
De camino entraron en una aldea de Samaria para prepararle alojamiento. Pero no lo recibieron, porque se dirigía a Jerusalén.
Al ver esto, Santiago y Juan, discípulos suyos, le preguntaron:
–“Señor, ¿quieres que mandemos bajar fuego del cielo y acabe con ellos?”
El se volvió y les regañó, y dijo:
–«No sabéis de qué espíritu sois. Porque el Hijo del Hombre no ha venido a perder a los hombres, sino a salvarlos. »
Y se marcharon a otra aldea. (Lc. 9, 51-56)
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Formidables los Zebedeos, a los que Jesús llamaba “hijos del trueno”, dispuestos a arrasar una aldea porque no les han dado posada. Y nueva bronca de Jesús, porque aún no se han enterado de nada. Más tarde le pedirán a Jesús poltronas ministeriales en su reino. Hijos del trueno, duros de mollera, incorregibles… pues no, eso no. Se convertirá, acabarán aceptando la oferta de Jesús: “¿Podéis beber mi cáliz?” Y dirán que sí, y lo beberán. Preciosa historia de la conversión de Juan y Santiago, y de la paciencia de Jesús.
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