Martes 27 de septiembre de 2016. S. Vicente de Paúl, presbítero, memoria obligatoria

Lectura del santo Evangelio según San Lucas

 

Cuando se iba cumpliendo el tiempo de ser llevado al cielo, Jesús tomó la decisión de ir a Jerusalén. Y envió mensajeros por delante.

De camino entraron en una aldea de Samaria para prepararle alojamiento. Pero no lo recibieron, porque se dirigía a Jerusalén.

Al ver esto, Santiago y Juan, discípulos suyos, le preguntaron:

–Señor, ¿quieres que mandemos bajar fuego del cielo y acabe con ellos?

Él se volvió y les regañó, y dijo:

–No sabéis de qué espíritu sois. Porque el Hijo del Hombre no ha venido a perder a los hombres, sino a salvarlos.

Y se marcharon a otra aldea (Lc. 9, 51-56)

 

———- ooo ———-

 

Este texto abre el cuerpo narrativo central del evangelio de Lucas; desde aquí, Cristo emprende su largo camina hacia Jerusalén. La expresión del evangelista es curiosa: Cristo endurece el rostro, su decisión es férrea: le espera el martirio pero, dice el texto, la última meta es la Ascensión (el ser elevado a lo alto). La existencia terrena del Señor no culmina en la tumba, sino en el esplendor de su divinidad: en la gloria celeste. Él siempre mira más allá y al comienzo del viaje lo demuestra un episodio donde la generosidad de Cristo contrasta con la ira de los discípulos.

Sobre admin