Lectura del santo evangelio según san Lucas
En aquel tiempo, los pastores fueron corriendo a Belén y encontraron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre. Al verlo, contaron lo que les habían dicho de aquel niño.
Todos los que lo oían se admiraban de lo que les decían los pastores. Y María conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón.
Los pastores se volvieron dando gloria y alabanza a Dios por lo que habían visto y oído; todo como les habían dicho.
Al cumplirse los ocho días, tocaba circuncidar al niño, y le pusieron por nombre Jesús, como lo había llamado el ángel antes de su concepción. (Lc. 2, 16-21)
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En la plenitud de los tiempos envió Dios a su Hijo nacido de María. Hoy comenzamos un año nuevo. El tiempo no se llena de sentido cuando se llena de cosas si no lo llena Alguien. ¿Y quién es el que da plenitud, el que llena el tiempo de dones y tareas, de proyectos y promesas? Con seguridad no es el ser humano, es Dios; Dios es el Señor absoluto del tiempo. En Dios el tiempo nunca está vacio. Cuando el tiempo cronológico se llena, se inunda de Dios, se vuelve plenitud, densidad, llega a ser historia de salvación, de transformaciones y realizaciones.
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