Martes 31 de mayo de 2011. La Visitación de la Virgen María. Fiesta

Lectura del santo evangelio según san Lucas

En aquellos días, María se puso en camino y fue aprisa a la montaña, a un pueblo de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel.
En cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre. Se llenó Isabel del Espíritu Santo y dijo a voz en grito:
–«¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre!
¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? En cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. Dichosa tú, que has creído, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá.»
María dijo:
–«Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia
–como lo había prometido a nuestros padres–
en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.»
María se quedó con Isabel unos tres meses y después volvió a su casa.» (Lc. 1, 39-56)

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Hoy la liturgia deja su rigidez sistemática y atiende a la devoción popular, que aprovecha el último día de mayo, “el mes de las flores” para rendir homenaje a María, la Madre de Jesús, y lo hace con su propio canto, la maravillosa joya literaria que Lucas puso en sus labios. El canto de la más pobre a favor de los pobres, el canto de la más inadvertida a favor de los humildes. María, la madre, la ternura, la que nunca da miedo, a la que se puede acudir con infinita confianza, al mejor imagen de Dios que ha inventado el pueblo cristiano, la que a través de los siglos ha salvado la ternura, la confianza, el sentimiento, ha salvado para nosotros los mejores tributos de Abbá.

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