Lectura del santo Evangelio según San Juan
En aquel tiempo, levantando los ojos al cielo, Jesús oró diciendo:
«Padre santo: guárdalos en tu nombre a los que me has dado, para que sean uno, como nosotros. Cuando estaba con ellos, yo guardaba en tu nombre a los que me diste, y los custodiaba y, ninguno de ellos se perdió, sino el hijo de la perdición, para que se cumpliera la Escritura. Ahora voy a ti, y digo esto en el mundo para que ellos mismos tengan mi alegría cumplida.
Yo les he dado tu palabra, y el mundo los ha odiado porque no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. No ruego que los retires del mundo, sino que los guardes del mal. No son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. Santifícalos en la verdad: tu palabra es verdad. Como tú me enviase al mundo, así los envío yo también al mundo. Y por ellos me consagro yo, para que también se consagren ellos en la verdad». (Jn. 17, 11-19)
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Cornelio fue elegido obispo de Roma el año 251. Tuvo que luchar contra la minoría rigorista cismática, al frente de la cual estaba Novaciano. Cipriano, con la mayoría de los obispos vecinos, apoyó a Cornelio. Desterrado éste por el emperador Galo a Civitavecchia, murió allí, por confesar la fe, el año 253.
Cipriano, profesional de la retórica, después de su conversión y bautismo, fue elegido obispo de Cartago el año 249. Si Cipriano apoyó al papa Cornelio, en cambio tuvo dificultades con el papa Esteban a causa de la controversia sobre el bautismo de los herejes. Es uno de los escritores africanos más importantes. Durante la persecución de Valeriano, fue desterrado y martirizado el día 14 de septiembre del año 258.
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