Sábado 18 de marzo de 2017. II semana de Cuaresma. Quinto día de Quinario

Lectura del santo evangelio según san Lucas

 

En aquel tiempo, solían acercarse a Jesús los publicanos y los pecadores a escucharle. Y los fariseos y los escribas murmuraban entre ellos:

– «Ése acoge a los pecadores y come con ellos.»

Jesús les dijo esta parábola:

– «Un hombre tenía dos hijos; el menor de ellos dijo a su padre:

«Padre, dame la parte que me toca de la fortuna.»

El padre les repartió los bienes. No muchos días después, el hijo menor, juntando todo lo suyo, emigró a un país lejano, y allí derrochó su fortuna viviendo perdidamente. Cuando lo habla gastado todo, vino por aquella tierra un hambre terrible, y empezó él a pasar necesidad. Fue entonces y tanto le insistió a un habitante de aquel país que lo mandó a sus campos a guardar cerdos. Le entraban ganas de llenarse el estómago de las algarrobas que comían los cerdos; y nadie le daba de comer. Recapacitando entonces, se dijo:

«Cuántos jornaleros de mi padre tienen abundancia de pan, mientras yo aquí me muero de hambre. Me pondré en camino adonde está mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo: trátame como a uno de tus jornaleros.» Se puso en camino a donde estaba su padre; cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y se conmovió; y, echando a correr, se le echó al cuello y se puso a besarlo. Su hijo le dijo:

«Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo.»

Pero el padre dijo a sus criados:

«Sacad en seguida el mejor traje y vestidlo; ponedle un anillo en la mano y sandalias en los pies; traed el ternero cebado y matadlo; celebremos un banquete, porque este hijo mío estaba muerto y ha revivido; estaba perdido, y lo hemos encontrado.»

(Lc. 15, 1-3. 11-24a)

 

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Sólo el que ha experimentado el perdón de Dios puede ponerse del lado del hijo pródigo y absolver a ese padre bueno por ser tan compasivo, paciente, tierno y misericordioso. Quien se ubica psicológicamente en el grupo de los perfectos, los siempre fieles, los moralmente sanos y los observantes, se parecen más al hermano mayor de la parábola, quien vivió con su padre sirviéndole pero no amándole, dentro de su casa paro no dentro de su corazón. Quien ha experimentado el perdón comprende que Dios es Padre.

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